VINO, VIÑA, VEJER, VEXER
   16/02/2023 12:38:23     Vinos de Vexer    0 Comments
VINO, VIÑA, VEJER, VEXER

Este hermoso pueblo gaditano empieza a recuperar su pasado enológico y su interesante historia. Que no sólo de atún, olas, playas y chill out, vive Vejer. Y sobre todo en invierno.  

Paz Ivison

El Marqués de la Ensenada fue un influyente político que ya empezó a “medrar” en los tiempos del primer Borbón, Felipe V (1700). Su carrera política se desarrolló especialmente durante el reinado de su hijo el rey Fernando VI, quien continuó con el asesoramiento del famoso marqués. Zenón de Somodevilla y Bengoechea, era el rimbombante nombre del ilustre e influyente Marqués de la Ensenada que ocupó varios cargos entre los cuales lógicamente no podía faltar el Ministerio de Hacienda. A él se debe lo que se puede considerar como el primer catastro de la población de todo el país. Una averiguación a gran escala de sus habitantes, propiedades territoriales, edificios, ganados, oficios, rentas, incluso de las características geográficas de cada población.​ 

Por supuesto las superficies dedicadas al viñedo constaban en ese catastro de mediados del siglo XVIII, en el que refleja que en Vejer de la Frontera había 312,9 hectáreas de viñas. Y en Conil, 163,6. También las había en las cercanas tierras tarifeñas.

 

Y en ese mismo siglo XVIII y ese mismo e ilustre Marqués de la Ensenada –dicen que quiso en su momento acabar con todos los gitanos que habitaban el país y por eso quisieron hace algunos años quitarle su nombre de la céntrica calle de Madrid- fue recibido en tierras vejeriegas por el dueño y señor de las mismas, el duque de Medina Sidonia. El duque regaló al marqués de la Ensenada, el poderoso enviado de la corte, un barril de vino tinto de Vejer, que entonces resultaba muy apreciado y célebre.  

El caso es que años después, a comienzos del siglo XIX, encontramos al ilustrado botánico Simón de Roxas Clemente. Un sabio personaje fundamental en el estudio del viñedo, especialmente de Andalucía, junto a su coetáneo y amigo Esteban Boutelou. En su obra de referencia llamada “'Ensayo sobre las variedades de vid común que vegetan en Andalucía” habla de las uvas que se cultivaban en estas tierras costeras de la provincia de Cádiz, tanto como todas las de gran parte de Andalucía. Aunque es mucho más conocido por sus estudios de las variedades de uva del Marco Jerez y Sanlúcar, villa esta última en la que tenía su “cuartel general”, también viajó por toda la costa andaluza para estudiar sus vides. Curiosamente constata lo que un siglo antes expuso en el mencionado catastro el Marqués de la Ensenada. Hablaba de unas 300 hectáreas entre Conil, Barbate y Vejer y especialmente de la variedad llamada tintilla.

Cuando llegó el azote de la filoxera a final del siglo XIX los viñedos desaparecieron por culpa del maldito insecto. Hace unos escasos años el cultivo de la vid y la presencia del vino empieza a recuperar un poco de su lugar entre tanto turista, hippie, rico, burgués, alternativo que veranea por estos lares, y empieza a ocupar un lugar entre tanta playa y chill out

Vejer, vinos, historia y muchas cosas más. Por esta villa situada a unos 200 metros de altitud, dominando la costa atlántica, han pasado las más antiguas culturas y civilizaciones. Fenicios, romanos, visigodos… Por cierto y hablando de romanos, es conveniente comunicar a todos los clientes adictos a la venta El Toro y a la inalcanzable -a la hora de reservar mesa- La Castillería, establecimientos de hostelería sitos en Santa Lucía, a los pies de Vejer, que a unos metros de distancia se encuentra un acueducto original de los años de la dominación romana. Por si quieren hacer tiempo mientras esperan su turno de mesa. Un acueducto justo al lado de uno de los lugares preferidos de nuestro flamante Premio Príncipe de Asturias, José Andrés. 

Tras la filoxera, vinos, bodegas y viñedos de Vejer desaparecieron totalmente. 

De alguna manera, el primer acercamiento reciente al pasado enológico vejeriano tuvo lugar en 1987, cuando Manuel Gallardo Romero, familia de bodegueros desde el siglo XlX, traslada su bodega dese Chiclana y la ubica en Vejer, a orillas del río Barbate, a pie de la colina de la Villa, en la zona conocida como La Barca de Vejer. Zona fresca y protegida de los vientos, puerto natural donde se comerciaba con vinos desde la más remota antigüedad. Las bodegas Gallardo, hoy propiedad de la empresaria Teresa Montes y su familia, han sido puestas al día y se han convertido en un espacio de eventos y de venta al público de sus tradicionales vinos blancos, secos y dulces, de marcas con nombres tan sugerentes como Faro de Trafalgar, Cabo de Trafalgar, Marisquero…; Sol de Naranja –vino de licor aromatizado con naranja natural- Oro Viejo, Doña Emilia 1914

Años después, en 2010, Ramón Iglesias, ingeniero industrial, hereda una finca muy cerca de Conil pero en el término municipal de Vejer. A escasa distancia del mar. Decide plantar viñedo y olivos, y actualmente constituye un moderno y complejo de elaboración de vinos y aceites, con cepas tintas de petit verdot, merlot, tempranillo, pinot noir que comercializa bajo la marca Sancha Pérez. Todos sus vinos tienen la clasificación de oficial de Vinos Ecológicos. Son 17 hectáreas de viñas, olivos y árboles frutales. 

Un poco más allá, escasos kilómetros, por esas intransitables carreteras en agosto, que son las que conducen rebaños y rebaños de coches hacia las playas de La Mangueta, El Palmar, Los Caños de Meca…encontramos en una de sus varias rotondas, unos viñedos a pie de carretera. Poco menos de 6 hectáreas mirando al mar. Su propietario; el exitoso hostelero José Manuel Benítez Rivera, “Piti” para los amigos. Un lugareño muy cosmopolita que asesorado por reconocidos enólogos y agrónomos como José María Mateos y Peter Maure comercializa unos blancos de considerable factura enológica. Basados en la sauvignon blanc que por estas latitudes propicia blancos tranquilos, elegantes y muy finos. Marca Viña Cardosa. Con madera y sin madera. Su tinto Ibis Eremita, de viníferas de nombre extranjero (merlot, syrah y petit verdor) rinde homenaje a un ave autóctona que está en peligro de extinción y cuyos escasos ejemplares se encuentran precisamente en la cercana Barca de Vejer, justo sobre las Bodegas Gallardo. Tiene una considerable producción de botellas, unas 8.000 más o menos, pero también goza de una muy considerable cantidad de clientes en sus varios establecimientos de hostelería. Seguro que les suena Sajorami, ¿verdad? Pues es sólo uno de ellos. Su producción se vende en sus establecimientos. Digamos que es un auténtico vino de la casa.

Ute Mergner es el nombre de una diseñadora industrial alemana que vivía en Munich y que llegó a estas tierras con su marido hace unos 20 años. Eran jóvenes. Ni hablar de los típicos jubilados. Todo lo contrario. Compraron una finca de 10 hectáreas en Patria, muy cerca de Vejer y ella decidió que si era una profesional del diseño industrial podría generar -¿por qué no?- un diseño de vino. Y así nacieron tras plantar viñedo, sus vinos blancos y tintos. Y recientemente un transgresor espumoso método tradicional llamado Erupción –aún nadie imaginaba la del Cumbre Vieja de la isla de La Palma- elaborado con uvas tintilla y syrah. Sólo unas 600 botellas. 

Ninguno de estos vinos puede llevar, de momento, la indicación Vinos de la Tierra de Cádiz, porque están fuera de los límites que contempla la IGP Tierra de Cädiz. Pero gaditanos son por los cuatro puntos cardinales  

¿Les suena bien lo de Vinos de Vexer? No es oficial, pero… ¿a qué es bonito?

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