Desde 1870

BODEGAS GALLARDO

Fundada en 1870, Bodegas Gallardo es la más antigua del municipio y nació como un proyecto familiar comprometido con rescatar y preservar las tradiciones vinícolas de la provincia de Cádiz. A lo largo de los años, ha logrado posicionarse tanto con sus vinos tradicionales, así como con la nueva generación de vinos tranquilos ya bien afianzada en la zona. La bodega se encuentra situada en un enclave privilegiado moldeado por la riqueza de las distintas culturas que han pasado por ella: desde los fenicios hasta la actualidad.

La Villa de Vejer es un pueblo blanco del sur de Cádiz, que se sitúa muy cerca del mar Atlántico, en un monte desde el que se divisa África. Muchas civilizaciones han habitado este emplazamiento que ha ido cambiando de nombre a lo largo de los siglos.

En época Fenicia se llamaba Beka o Bekkeh, más tarde en época Romana fue Baesipo y en tiempo de Castilla ha sido Vexer y más tarde Vejer. También se conocía por Vexer de la Miel, por la abundancia de colmenas que había entre los viñedos que había en sus laderas.

El cultivo de la viña fue actividad importante durante siglos, por la insolación natural y la frescura de sus tierras, tan cerca del mar. Sus vinos, por su calidad, fueron llevados por todo el mundo desde los fenicios por el Mediterráneo hasta América, en el Nuevo Mundo, por los navegantes castellanos y andaluces.

El vino de Vexèr tuvo siempre fama de ser de muy buena calidad. En 1752, el Gran Señor de Andalucía, el Duque de Medina Sidonia, amante del vino y con innumerables viñedos y bodegas, le obsequia al Marqués de la Ensenada “un barril de vino de Vexèr”, como regalo exquisito y apreciado. El cultivo de la viña, así como el olivar, posteriormente, éste va desapareciendo paulatinamente de la campiña de Vexèr pero permanece en las vecinas Conil y Chiclana.

Hoy, el equipo de BODEGAS GALLARDO trabaja con el objetivo de mantener la tradición pensando en el futuro, ofreciendo nuevos productos que estén a la altura de lo que el mercado demanda.

La Barca de Vejer: Puerto y puerta de Vejer

La Barca de Vejer: Puerto y puerta de Vejer

Desde tiempos remotos, La Barca de Vejer ha sido un punto de paso fundamental para transeúntes, comerciantes y viajeros. Este enclave estratégico se encontraba  donde el río Barbate podía ser cruzado, hasta donde llegaban los barcos de calado corto y mediano. Durante la época medieval, bajo la administración del Ducado de Medina Sidonia, el puerto de La Barca se convirtió en uno de los más destacados de toda Andalucía, atrayendo comerciantes provenientes de Génova, los Países Bajos y del norte de África. Este flujo mercantil ascendía por la empinada cuesta que conducía hasta el Arco de la Villa, la principal puerta de entrada a Vejer.

La Barca de Vejer: Puerto y puerta de Vejer

Paralelamente al crecimiento del puerto y la construcción de un sólido puente de piedra que facilitaba el cruce, la aldea de La Barca comenzó a desarrollarse en sus alrededores. La población aprovechó la seguridad que ofrecían las cuevas naturales y las laderas del monte cercano, así como la abundancia de agua potable que garantizaba el abastecimiento. Este conjunto de factores convirtió a La Barca en un punto de referencia para el comercio y el tránsito en la región, dando lugar a un asentamiento dinámico que prosperó bajo el abrigo del comercio medieval.

Proliferaron mesones y fondas para dar cobijo a los viajeros, y el ducado estableció almacenes y atarazanas para los barcos y útiles de la almadraba de Zahara de los Atunes. A finales del siglo XVI, este arrabal vio crecer su población, con la construcción de la Parroquia de San Nicolás y pequeños comercios, entre ellos bodegas dedicadas a la elaboración de vinos locales, como la que ocupa este lugar desde principios de 1600. Así, La Barca de Vejer se erige no solo como puerto comercial, sino como la auténtica puerta de entrada a la villa.

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